Tecnoadicción

En tiempos de pandemia nos vimos obligados a cambiar las formas en las que “normalmente” nos desempeñamos, con nuestros afectos, nuestro trabajo, estudio, etc. La vida en general se vio modificada y necesariamente adoptamos nuevas maneras para trabajar, estudiar, comunicarnos, hacer actividad física, leer, divertirnos, interactuar socialmente.

La tecnología se ubicó como protagonista necesaria para continuar con la mayoría de nuestras actividades. Gracias a ella, muchos pudieron conservar su puesto laboral, continuar con los estudios y abrazar a la distancia a los seres queridos a través de una pantalla.

Sin embargo, cuando el uso de las tecnologías se realiza de forma excesiva y descontrolada, podemos correr el riesgo de estar relacionándonos con ella a través de un vínculo de dependencia. Y si hablamos de dependencia, hablamos de adicción, en este caso, una adicción sin sustancias o también llamada adicción comportamental.

Entendemos por adicción sin sustancia a una conducta repetitiva y compulsiva
que se genera alrededor de una actividad que se torna necesaria y constituye una prioridad en la vida de una persona.

Se define como tecnoadicción al abuso de determinados dispositivos y tecnologías, como pueden ser los videojuegos, el teléfono celular, internet, televisión.

El grupo etario con mayor riesgo de hacer un uso inadecuado o abuso de las tecnologías es el de los niños y adolescentes, sin embargo la tecnoadicción también afecta a los adultos.

Los dispositivos en cuestión, son elementos que todos utilizamos, entonces, ¿Dónde está el límite entre un uso simple y un abuso o adicción? Vamos a hablar de tecnoadicción cuando la vida de una persona se organiza alrededor de la utilización de estas tecnologías; esto es, dedica una elevada cantidad de horas de uso diario, sostenido en el tiempo, lo cual impide que continúe con sus actividades cotidianas habituales, educativas, laborales, sociales.

Como la adicción por consumo de sustancias, la excesiva utilización de tecnologías puede servir para evadirse de una realidad angustiante, desagradable o frustrante.

Además, la tecnoadicción comparte con otras adicciones el deseo o ganas constantes que lleva a realizar dicha actividad de forma repetitiva (compulsión), el aumento gradual de horas que se dedican a ella (tolerancia), y por otro lado, cuando la persona no se encuentra realizando su conducta adictiva vinculada a un dispositivo tecnológico puede sentir gran angustia, ansiedad y desesperación (abstinencia)

Un mal uso de las tecnologías puede provocar deterioros en diferentes áreas de la vida. Estos problemas y dificultades pueden ser tan graves como los ocasionados por la adicción por consumo de sustancias, ya que en ambos casos podemos encontrar como consecuencia problemas emocionales, familiares, sociales, físicos. Por ejemplo, dentro de las consecuencias más comunes podemos encontrar: irritabilidad, ansiedad, trastornos de alimentación, alteraciones del sueño, aislamiento social, sedentarismo, cansancio, falta de atención y dificultad para concentrarse en otras actividades.

La solución al uso problemático de estos dispositivos NO es la abstinencia de las tecnologías. Es aprender a usarlas de forma controlada.

Por todo lo expuesto es recomendable hacer un buen uso de las tecnologías, usarlas de forma moderada aprovechando todos los beneficios que tienen para ofrecernos, y disfrutarlas sin que se conviertan en fuentes de obsesión, adicción y sufrimiento.

Lic. Melina Gancedo